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viernes, 2 de julio de 2010

Un final de locura

Un estadio lleno quiere que Ghana, el último equipo africano en competencia, gane y pase a semifinales.
Ante el equipo ghanés hay once tipos vestidos de celeste, provenientes de un país que casi nadie sabe donde queda.
Las previas de la prensa mundial mencionan que esa misma camiseta ha sido dos veces campeona mundial, pero hace tanto que pocos testigos de esos acontecimientos aún viven. Para colmo ese equipo es el que ha eliminado a Sudáfrica del mundial, así que los sudafricanos tienen especiales motivos para querer verlo fuera.
El inicio de las hostilidades marca un dominio de los celestes y un abucheo generalizado que baja de las tribunas cuando tienen la pelota. Es lo peor que puede hacer esa tribuna para sus intereses, porque los celestes están habituados a enmudecer estadios, ya desde aquellos tiempos de la historia que antes se mencionaban.
Dominan los visitantes durante 30 minutos, pero no pueden plasmar su supremacía en el marcador. Luego llega el tiempo del once ghanés, generando peligro y terminando por conseguir el gol de la ventaja en el último suspiro del primer tiempo.
El comienzo del segundo período marca el resurgimiento de un equipo que no se entrega y quiere empatar. Una actitud que en el mundo futbolístico distingue a los oriundos de ese país y que se conoce como 'garra'.
El empate llega de tiro libre, pero los celestes comienzan a mermar en la cancha, producto del cansancio, además de perder a su capitán, Lugano, por lesión.
Hay que ir a alargue, porque Ghana no puede poner en el marcador la superioridad que evidencia en lo físico dentro del campo de juego. Parece que será cuestión de tiempo que se consume la victoria africana, pero los minutos se van y todo el mundo espera los penales. Pero entonces, en el último instante, Suárez pone sus manos para evitar el gol de Ghana y es penal. Ahora sí, definitivamente ... Pero no, resulta que a Gyan le queda grande el momento y la revienta en el horizontal. Hay que ir a tanda de penales para saber quien pasa a semifinales.
Los africanos erran dos penales, pésimamente rematados por falta de convicción, los uruguayos erran uno, también muy mal tirado, por exceso de instinto asesino. El estadio es un verdadero manicomio, o sea un sitio ideal para un loco.
El tipo del pelo largo coloca la pelota en el punto penal y se perfila para patear de zurda. Para todos los que ya lo han visto antes significa que lo va a tirar a su manera, de picadita, suave. Para todos ... menos para el portero ghanés que, obviamente, no se ha preocupado de informarse sobre sus rivales.
Aún los que conocen el estilo del 'Loco' no pueden creer que se atreverá a hacerlo. Tratándose de un mundial sería una locura hacerlo.
El estadio está mudo, el flaco del pelo largo se adelanta, deja que el portero se termine por jugar a su derecha y define de picadita. La pelota entra en cámara lenta, flotando en el aire suavemente.
Si existen los golazos de penal, éste lo es. Abreu sale con los brazos abiertos a buscar a sus compañeros en medio de un estadio mudo por una mezcla de tristeza y asombro. ¡Hay que estar muy loco para tirar así un penal definitorio en un mundial! La pregunta es: ¿La locura es una enfermedad o un don?.
Uruguay sigue vivo porque le sobra alma. Ghana está muerta porque le faltó lo que no se vende en Wallmart. Africa está muda y atónita. Uruguay está disfónico y derrochando locura en las calles, tras un partido con un final de locura.










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