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sábado, 3 de julio de 2010

El verdadero tramposo

Lo bueno que tiene el fútbol es que les da lugar a todos; jugadores, árbitros, técnicos, dirigentes, periodistas, masajistas, preparadores físicos, etc. Lo malo es que muchas veces le da demasiado lugar a cualquiera.
Cualquiera se disfraza de experto y aprovecha la fertilidad del fútbol para, padrinos de por medio, conseguir un puesto de periodista deportivo y decir cualquier disparate.
Es el caso de David Faitelson, un oportunista que, vaya a saber por qué caminos, se ha colado en una de las cadenas deportivas más importantes (ESPN Deportes); desde donde abre la boca con la soberbia con que solo pueden hacerlo los peores ignorantes, los que se creen sabios. Desde allí ataca con la única intención de crear polémica y mantener notoriedad, sin importarle o no darse cuenta de que lo único que logra es exhibirse como un total ajeno al fútbol.
Faitelson ha 'descubierto' que Uruguay se clasificó a semifinales del Mundial 'con trampa', porque Suárez cometió un penal contra Ghana. Es insólito que un periodista deportivo llame a una falta común, sancionada con la debida tarjeta roja y el penal que marca el reglamento, como una 'trampa'.
Desde semejante línea de razonamiento todos los golpes (fouls) o manos que se convierten en el fútbol son trampas, por lo tanto todos los equipos y jugadores cometen trampas, en todos los partidos y varias veces por partido.
Si Suárez es un tramposo por meter la mano para evitar un gol, Kempes también lo es porque hizo lo mismo en Argentina 1978, ante Polonia.
Es para quedarse pensando y preguntarse donde está el origen y la motivación de una acusación tan ridícula, para intentar entender algo de una exhibición tan burda.
En cuanto al origen basta con observar a Faitelson y darse cuenta de que es un gordito, que obviamente jamás jugó al fútbol, no lo comprende y no lo comprenderá; porque le falta infancia con rodillas rotas y botines embarrados, le faltan partidos en la calle, codazos, forcejeo. Es obvio que la infancia de Faitelson se pareció mucho más a la del Quico que a la del Chavo, porque se trató de un muchachito regordete criado a la sombra de las polleras.
Hay varios casos de gorditos como Faitelson metidos en el periodismo del fútbol. El no es el único, solo el más notorio por trabajar donde trabaja.
En cuanto a la motivación está claro que pretende convertirse en el vocero oficial de aquellos frustrados que no entendieron que Uruguay le ganó a México en buena ley y en forma merecida. Faitelson es un oportunista que no duda en manotear cualquier oportunidad de sobresalir y ha visto que alimentar rencor es una forma de llamar la atención en medio de las pasiones mundialistas.
Con retóricas como ésta, a costa de su propio respeto como periodista, además de sus chillidos cuando quiere imponer sus 'razones' y sus 'poéticas' intervenciones en off, este gordito -intruso en un fútbol que ignora de raíz- disimula sus grandes carencias periodísticas, entre las cuales vale la pena comentar que JAMAS se le escucha un comentario de estrategia, de cancha o de algo que denuncie que sabe apenas un poquitito de fútbol.
Seguramente debe tener muy buenos padrinos para que una cadena como ESPN se exponga a ponerlo delante de una cámara y dar una imagen tan lamentable. Es increíble y grotesco que este personaje se siente a hablar de fútbol ante las mismas cámaras que lo hacen Daniel Brailovsky, Mario Kempes, Rafael Puente, 'Tato' Noriega, Fernando Palomo, Hernán Pereyra, Jorge Ramos o Carlos Albert.
ESPN debería respetar más a su público y respetarse a sí misma como empresa periodística. Un programa deportivo no solo debe ser crítico hacia los demás (técnicos, equipos, jugadores o dirigentes); también debería ser capaz de una seria autocrítica que le haga ver si todos los que están en su equipo tienen los méritos para estar ahí.
Mientras un intruso total del fútbol forme parte del panel de periodistas, los programas en los que este oportunista intervenga no tienen autoridad moral para criticar a los directivos de la Femexfut o FIFA, a los dueños de los equipos o a los técnicos; porque no se puede ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la astilla en el propio.
La paradoja final es que el acusador es el verdadero gran tramposo, porque con semejante declaración ha dejado claro que está cobrando como periodista especializado de un deporte del que no sabe nada.
Tal vez jamás lea este artículo y si lo hace se alegre pensando 'con tal de que hablen de mi, que hablen mal', porque esa es la filosofía de los sujetos que solo buscan notoriedad, aunque sea a costa de su propio respeto como profesional.









1 comentario:

  1. que buen articulo amigo y aun mejor blog, no lo conocia y he caido en un sitio excelente, un saludo y continuo leyendote saludos desde Fobal2000

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