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viernes, 2 de julio de 2010

Naranja mata limón

La era del 'jogo feíto', por catalogar de alguna forma el estilo que Dunga quiso imprimirle a la 'canarinha', llegó a su fin cuando la victoria, lo único que avalaba la filosofía del técnico, dejó de suceder. Brasil perdió, el argumento de Dunga terminó con su renuncia y convirtió a esta victoria de Holanda en la hora cero del que seguramente será un largo camino de retorno en busca del 'jogo perdido'.
Holanda le dio vuelta un partido que Brasil parecía que se llevaría fácilmente, tras un gol de playa de Robinho, pese a que muchos medios lo calificaron de 'golazo'. Con dos defensas centrales abiertos y en línea, mirando como el delantero rival (Robinho) entra a definir con toda comodidad, francamente cuesta ver el 'golazo' que ven muchos expertos en este tanto brasileño, que se parece más a esos picaditos donde el cansancio hace gritar a alguno 'el que hace el último gol gana'.
Con todo a su favor, Brasil no liquidó en el primer tiempo y el segundo fue de una Holanda que sigue sin brillar pero sabe jugar sus partidos. Excepcional en el medio, con de Jong y van Bommel como dos tractores, con un Sneijder inspirado y con mucha convicción en los once jugadores, Holanda ganó porque lo mereció, y si se encontró con un Brasil inoperante no es su problema.
Del lado brasileño Kaká volvió a dar muy poquito, Julio César cometió el peor error de su gran carrera como portero, Robinho pasó de inspirado a histérico y cuando su equipo pasó a perder dejó de hacer bicicletas y lujitos para convertirse en un llorón impotente.
Holanda esperará cuatro días para ver como sigue su historia, Brasil tendrá que esperar cuatro años para recomponer la suya desde sus raíces, con miras al mundial que jugará en su propia casa y no puede perder.





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