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sábado, 20 de marzo de 2010

O: La 'Mexi-No-Champions'

En un barrio pobre una mujer humilde da a luz un niño. Convencida de que influirá provechosamente en el futuro del bebé lo bautiza como Bill Rupert, los nombres de pila de los millonarios Gates y Murdock, respectivamente. En el criterio de esa pobre mujer el nombre que uno lleva le abre puertas en la vida.
Como es muy pobre no puede pagarle a su hijo una escuela privada y mucho menos una universidad, así que Bill Rupert García termina lustrando botas con apenas 11 años de edad. El nombre no lo era todo.
Algo así sucede con la ‘Concachampions’, la liga de campeones que inventó la Concacaf sin otra idea brillante que bautizarla como la europea. No tiene captación de público, nivel de juego, ni interés de los clubes, principalmente los mexicanos que la juegan muchas veces con equipos de reservistas.
Aún así es tan bajo el nivel que los aztecas se han dado el lujo de meter a cuatro equipos en semifinales, en una demostración de superioridad que termina no solo por exhibir los desniveles que existen en la Concacaf, sino por convertir al torneo en una discusión que se circunscribe a cual será el próximo equipo mexicano en la Copa Mundial de Clubes de la FIFA. Eso es todo.
Tan bajo es el nivel de la Champions de la Concacaf que enviará, como su mejor representante, al mundial a un equipo que ni siquiera es el mejor en su propio país. Toluca, Pachuca, Cruz Azul y Pumas no están a la altura de Chivas o Monterrey, pero sucede que estos últimos, por ser los mejores, juegan la Copa Libertadores de América, un torneo que aunque lo ganaran no les daría el boleto al mundial por no ser su confederación.
Así se explica que en cada Mundial de Clubes los finalistas sean el campeón de la verdadera Champions y el de la Libertadores de América, como seguramente volverá a suceder en diciembre de 2010, cuando el representante de la Concacaf o de México (¡es lo mismo!) no sea el mejor, sino el que las circunstancias pusieron en el lugar y momento adecuados para ganar un campeonato bananero.

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