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martes, 2 de marzo de 2010

O: A 100 días y lejo$

A cien días de comenzar el Mundial de Sudáfrica, el tema principal no es si Brasil o España, si Messi o Cristiano Ronaldo, si Inglaterra, si Holanda … El gran tema son las entradas, porque se está preocupantemente lejos de alcanzar niveles de venta apenas aceptables.
De un total de casi tres millones de boletos, se han vendido prácticamente dos tercios, poco más de dos millones. De lo ofrecido un porcentaje corresponde a los extranjeros, que estaría vendido muy por debajo de lo pronosticado, y otro a los sudafricanos, que estaría muchísimo más lejos.
En cuanto a la oferta para extranjeros basta con ver que de la cifra de 308.000 paquetes mundialistas (dependiendo de la oferta incluyen acceso a dos o tres partidos de determinada selección, más hoteles, boletos de avión y algún paseo) solo se habían vendido 60.000, según los informes más frescos y, tal vez, más maquillados para que no parezcan tan lívidos. Alarmante: está por debajo del 20%.
Obviamente no hay mundial con estadios llenos si los del propio país no van. No se puede organizar un evento de semejante talla esperando que los espectadores lleguen a colmar escenarios gigantes, en 64 partidos, desde otros puntos del globo. Ahí puede haber estado uno de los errores de apreciación de parte de FIFA. Sudáfrica es un país tercermundista (o sea: muy pobre) y no tan fanático del fútbol.
Esta experiencia de mundiales tercermundistas tiene como antecedentes más cercanos a Argentina ’78 y México ’86, dos países donde las canchas están llenas siempre; crisis o no crisis, desempleo o no, frío o calor. Siempre. Se puede augurar, sin caer en excesivos optimismos, que Brasil 2014 no sufrirá tampoco en este aspecto, porque el brasileño es futbolero, y porque Brasil está rodeado de países futboleros de alma.
El secretario de FIFA, Jerome Valcke, anunció que los asientos de 2da. y 3ra. clase, destinados para los sudafricanos, pasarán a costar $20, precio que estaba fijado inicialmente para los de 4ta. La duda es si no llega un poco tarde esta estrategia de mercado.
Cifras del Comité Organizador del Mundial indican que el torneo ha creado en Sudáfrica más de 400.000 puestos de trabajo, pero también se admite que la desocupación sigue estando por encima del 20%. Según informes, los obreros de la construcción ganan un salario mínimo equivalente a 300 dólares mensuales, pero algunos no llegan a los $100. Parece que $20 por butaca, para ver un partido en un país sin tradición futbolera, sigue siendo un precio inaccesible.
A todo lo antedicho hay que agregarle el tema ‘inseguridad’, un fantasma que sabe asustar a los visitantes.
Datos: el Estadio Soccer City de Johanesburgo tiene una capacidad de 94.700 espectadores. Un avión de aerolínea comercial tiene una capacidad promedio de 400 personas. Se necesitan 237 aviones llenos para colmar el estadio.
Tal vez por eso Valcke se esmera en rogar a la prensa internacional que ‘no mate el mundial’ y no le digan a la gente que no viaje a Sudáfrica. Entonces hay que concluir con una pregunta: ¿La apuesta de Sudáfrica 2010 fue a llenar los estadios solo con extranjeros?

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