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miércoles, 5 de mayo de 2010

O: De duros, malos y mediocres


Nacional se despidió de la Copa Libertadores de América en octavos de final, mucho más temprano que el año pasado , cuando cayó en semifinales ante Estudiantes; porque, aunque muchas veces se dice que en el fútbol no hay lógica, tampoco hay que creer en milagros.
Del Nacional 2009 a éste, versión 2010, hay notables diferencias. La primera y más gravitante es la mentalidad, que parte del cuerpo técnico. Si bien el año pasado el equipo de Pelusso no era maravilloso, al menos intentaba jugar a algo, hasta que decidió cambiar el ‘chip’ ante Palmeiras, con un fútbol avaro que lo puso al borde de la eliminación y que lo dejó definitivamente fuera ante el, a la postre, campeón, Estudiantes.
Hoy Acevedo es como técnico lo mismo que fue como jugador. Duro, avaro, mediocre, recursivo y con complejo de inferioridad (futbolísticamente hablando). Esa  mentalidad se traduce a un equipo que quiere jugar la Libertadores al estilo de hace 30 años de ‘pegue’, ‘empuje’, ‘vuelva a pegar’, ‘tire pelotazo por si …’. Un estilo que ya no tiene lugar.
A lo poco que aporta el técnico hay que sumarle las salidas de jugadores fundamentales. Culpa de un fútbol tan pobre que exporta a varios de sus mejores jugadores, ya no a Europa, sino al resto de Latinoamérica.
Victorino y Fernández, figuras destacadas en el Nacional 2009 fueron suficientemente baratos para que los compraran desde Chile. Lodeiro, el mejor pase de la historia del fútbol uruguayo, le costó poco más de 5 millones al Ajax (una ganga para los precios que se manejan en Europa).
A cambio volvió Lembo, un jugador que es el vivo reflejo de lo que era Acevedo en su época de deportista. Igual de duro, de malo, de pegador y de carente técnicamente. El ambiente uruguayo es tan generoso que acoge de vuelta a los que eran malos de jóvenes, cuando vuelven más viejos, más malos y más lentos. A su lado se para Coates, el defensa que comete, al menos, un grave error por partido. ¡Pero es titular indiscutible!.
Así, con la eliminación de Nacional, termina otra Copa Libertadores sin presenciar el ansiado regreso de los equipos charrúas a los trofeos; esas cosas metálicas brillantes que hoy se enmohecen en las vitrinas de los otrora grandes equipos uruguayos, como testigos de un tiempo que fue y parece que nunca volverá a ser.

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