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miércoles, 24 de febrero de 2010

O: Pilatos y los caballeros



La palabra ‘caballero’ es sinónimo de honorabilidad, honestidad u hombría de bien, según lo que marcan los cánones que todos conocemos. Cuando se dice de alguien que ‘es un caballero’, se están sustentando estas elogiables cualidades en su personalidad y proceder.
La excepción está en el fútbol de México, donde la desfachatez de los dirigentes, amparada en la indiferencia de la FIFA y gracias a la inoperancia del inexistente sindicato de jugadores, permite que estos últimos sean víctimas propiciatorias de lo que allí se conoce como ‘Pacto de Caballeros’.
Un jugador que finaliza su contrato con un club mexicano, aunque presuntamente es libre, no puede llegar a otro club del país sin que su anterior equipo dé el aval, que no es otro que exigir una ‘mordida’ en efectivo.
Aunque muy criticado desde algunos sectores de la prensa deportiva mexicana (no todos, porque en algunos casos los patrones de los medios son los mismos que los de ciertos equipos) el ‘pacto de caballeros’ se mantiene en pie, intocable, como una especie de cártel del fútbol al que la única entidad que lo podría fiscalizar (FIFA), no lo toca, y hace ‘la de Pilatos’.
A la FIFA no le interesa nada de todo lo que sucede en México en materia de violaciones de sus propios estatutos, como, por ejemplo, la no menos grosera multipropiedad de clubes.
Ahí estuvo Blatter, pocos meses atrás, por México, con una sonrisa de oreja a oreja, justificando que la máxima autoridad del fútbol mundial, a la cual preside, no hace nada al respecto ‘porque no ha recibido denuncias’, en una desvergonzada y cobarde lavada de manos.
Pero no termina ahí lo patético del tema porque, aunque un caballero es alguien que tiene una sola cara para dar ante toda situación, este ‘pacto de caballeros’ requiere de tres caras. La tercera es la de los que dentro de la cancha se disfrazan de lobos y fuera de ella terminan siendo simples corderos, que no son otros que los jugadores, que no han sido capaces de unirse en un sindicato que terminaría con el famoso pacto.
Cada uno de los bien pagados deportistas está ocupado en cuidar sus intereses y ninguno dispuesto a dar el gran paso, confiando, tal vez, en que a ellos no les va a tocar nunca quedar atrapados en medio del pacto. Nadie ha tomado la batuta de poner en marcha una unión, porque nadie está dispuesto a luchar y arriesgar su propia cabeza (léase: carrera).
Cada cual defiende por separado sus jugosos contratos, por jugar en un fútbol que paga muy por encima del nivel que exhibe en las canchas, y habría que concluir que los jugadores, en sus más íntimos fueros, saben que valen menos de lo que cuestan. Eso se puede sustentar en el hecho de que les cueste tanto salir a jugar a Europa y muchísimo más si pretenden ganar igual o más que en México.
Con estas tres caras el cartel … (perdón) el pacto de caballeros tiene asegurada larga vida en México y puede que se extienda como pandemia hacia otras federaciones, cuando no falten especuladores que comprueben que la mano dura de la FIFA  se vuelve FOFA cuando de negocios se trata.

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