¿Cuál Uruguay?

La pregunta queda flotando hasta el próximo partido de los celestes, luego de clasificar a cuartos de final con una angustiosa victoria ante Corea del Sur por 2-1.
El Uruguay de la primera ronda que, sin generar un fútbol híper agresivo ni vistoso, era efectivo, sólido en defensa, prolijo a la hora de manejar el balón y seguro de lo que debía hacer en la cancha; tuvo un cambio drástico en el encuentro ante Corea, que le pudo costar la clasificación.
La celeste se encontró con un verdadero regalo defensivo de los coreanos para ponerse en ventaja, situación que no supo aprovechar y favoreció el crecimiento del rival que, desde el comienzo del segundo período, fue dueño y señor del partido hasta conseguir un empate merecido. Corea era más que Uruguay.

Hay un Uruguay en la cancha cuando la pelota pasa por los pies de Forlán y otro cuando los pelotazos pasan sobre la cabeza del 10, dejándolo fuera de las acciones.
El Uruguay de los viejos tiempos, el que no retenía el balón, el que no jugaba a nada, volvía a aparecer aparentemente debido al cansancio de los jugadores. Sin embargo el gol coreano volvió a mostrar un elenco celeste en poseción de balón, generando jugadas de ataque y, finalmente, definiendo un partido que deja incógnitas.
¿Si es cierto que Uruguay estaba cansado cuando ganaba 1-0 y  favorecía el dominio coreano, como fue que volvió al ataque tras el empate? ¿Le adjudicamos el retorno al protagonismo a la 'garra' o el repliegue previo a una orden de Tabárez en el descanso? ¿Estamos realmente ante un 'revival' del fútbol uruguayo o veremos al mismo equipo descontrolado en cuartos? ¿Corea jugó muy bien, Uruguay muy mal o ambas? ¿Con el mismo nivel que mostró ante Corea, Uruguay puede tener esperanzas de superar los cuartos de final? Todas estas preguntas tendrán respuestas en el partido de cuartos de final.
Mientras tanto Uruguay saborea el retorno a los primeros planos, ubicándose entre los mejores ocho equipos del mundial tras cuarenta años de sinsabores.