Los primeros 45 minutos de la final
fueron para la estadística pero nunca para el recuerdo, porque España amagó a
ser la que se esperaba durante los primeros 20 minutos y después se fue
diluyendo, porque Holanda aportó muy poco en lo colectivo y quedó librada a
alguna inspiración individual.
Fue más España, pero no mucho más, apenas
un poco más. Holanda salió con un libreto que rezaba ‘al filo del reglamento’ y
pegó con mucha suerte, porque De Jong y van Bommel perfectamente pudieron irse
a las duchas con rojas directas, porque Sneijder y van Persie también se
vistieron de picapiedras.
Puyol también dio la suya, aprovechando
que las tarjetas rojas no eran algo que estuviera en los planes de Mr. Webb, al
menos para la primera parte. El partido era malo, con apenas un par de
situaciones para cada lado, mucho nervio y poquitísimo fútbol.
El Jo’bulani demostró que tal vez era
peor que su hermano, el Jabulani, cuando una pelota alcanzada por los
holandeses como ‘fair play’ casi se convierte en la apertura del marcador para
los naranjas, tras un pique traicionero que obligó al manotazo desesperado de
Iker Casillas.
Iker y Andrés
El segundo tiempo no fue mejor, con las tarjetas
como protagonistas en un equipo holandés que terminó pintado de amarillo pero
con los once en la cancha. Dos veces lo tuvo España, pero Navas y Ramos se lo
perdieron, igual que Robben, que perdió dos mano a mano increíbles frente a
Casillas.
Iker Casillas, por las dos que le sacó a
Robben, y Andrés Iniesta, por ser el motor principal y el desequilibrante
cuando se tiró por izquierda, eran los mejores de una final con poco brillo. Otra
vez España era más en la cancha pero no en el marcador. Otra vez Holanda no
convencía pero tampoco perdía. Al alargue, porque Paul no había dicho cuándo
ganaría España.
30’
más
El alargue no cambió en nada, salvo por
que España cada vez quería más y Holanda cada vez podía menos. Van der Vaart y
Elia no fueron solución para los naranjas, que por fin quedaron con uno menos
cuando Heitinga tuvo que manotear a Iniesta para que no se fuera solo hasta el
gol.
Se lo perdió Fabregas solo frente a
Sketelemburg y se lo perdió Matijsen en un cabezaso franco. Los penales amenazaban
con aparecer de nuevo, en un partido de trámite cortado por las faltas
permanentes.
España siguió mandando y por fin llegó la
jugada, tras un pase de Navas, Iniesta la prendió de derecha para batir a
Sketelemburg con un remate cruzado que significó nada más y nada menos que una
Copa del Mundo. La primera para España, la primera para Europa fuera de su
propio continente.
Breve balance
Fue justo con lo visto en el trámite, no
solo por la calidad de uno y otro sino, más importante aún, por la vocación que
mostró España de querer ganarlo siempre. Por suerte esta final no terminó como
el paso de los minutos hacía temer, con penales, y se consagró un campeón en la
cancha.
Los pulpos saben de fútbol. Mucho más que algunos periodistas especializados.
Llegó como favorito, asustó como fracaso,
creció en el silencio que nace de pocos goles y se consagró merecidamente. No
hay dudas, ESPAÑA FUE EL MEJOR DEL MUNDO.
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